Ser un.
Cualquier persona lo es, pero pocos lo son.
Desde el inicio de la humanidad Dios nos ha mostrado que aunque nos ha creado con nuestra individualidad y personalidad peculiar, su objetivo era que fuéramos uno. ¿Como asi? Siguiendo la historia bíblica tenemos a Adán y tenemos Eva. Allí vemos a los dos convertirse en una sola carne. Y los dos, qué "uno", dividen alegrías y las demás consecuencias de sus actos. Avanzando un poco más, vemos diversas formas de unidades: una familia, un pueblo, una nación, un rebaño. A veces, por la acción de uno solo, muchos fueron bendecidos. Y malditos también. La idea de cuerpo fue restablecida en una preciosa enseñanza del apóstol Pablo, que poéticamente denotó la importancia que tenemos a los demás, al conjunto ya los demás, a nosotros, de igual forma. Este mismo sabio apóstol comentó que así lo era en la iglesia: cada uno con sus dones, cada uno con sus incumbencias, cada uno con su papel dentro de un propósito mayor.
En este mismo Libro Sagrado tenemos una enseñanza que cierra ese pensamiento: "Sedes uno como yo y el Padre somos uno". De este, algunos otros énfasis se daban: "Sede santos", "Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto", entre otras.
Cuando asumimos la idea de unidad, pasamos a confundir con quien está a nuestro lado. Porque pasamos a ser parte integrante de éste, así como éste, de nosotros. Entendemos que hay diferencias, pero algo mayor nos une: sea la amistad, sea la adoración, sea la comunidad, sea un objetivo, sea tan sólo el hecho de que todos sean hijos de Dios.
Sin embargo, cuanto más próximos, mayores son las entregas, mayor se vuelve el lazo. Cuando uno se lastima sufre dolor. Cuando uno se aleja, se nos tira. Cuando uno sufre, lloramos. Si en él hay paz, somos acalentados.
Debemos ser uno.
Debemos ser uno y aumentar en amor y comprensión. Debemos ser uno para que se superen las necesidades. Debemos ser uno para que nos mantenemos firmes en nuestra trayectoria. Debemos ser uno para que Dios sea en nosotros toda la hora.
Dios es en nosotros.
Este concepto debe trascender el pensamiento de que debemos simplemente estar en unión con Él en adoración: debemos con ello entender que debemos hacer DELE y de SUS actos, el norte para nuestros pasos. ¿Quién es DIOS para ti? ¿Que hace el? ¿Cómo Él hace? ¿Qué debe hacer?
En la respuesta, obtenga el camino que tienes que seguir.
Decimos: "Él está presente en todo momento." Y nosotros: ¿estamos presentes en todo momento?
¿Será que mientras pedimos que El aja, simplemente lo esperamos?
¿Es posible que sólo admiremos sus maravillosas actuaciones y no veamos en ellas exactamente lo que Él quiere que hagamos?
Debemos ser SU reflejo, tal como la bendición sacerdotal en los días de Moisés: "... que tu rostro refleje sobre nuestro rostro ..."
¿Agimos en amor? ¿Con misericordia? ¿Con sabiduría? ¿Con justicia? ¿Con autoridad? ¿Con disciplina y organización? Esta línea podría ser interminable, pero lo importante es que la idea central ya haya entrado en el corazón.
Que el Espíritu te conduzca al profundo entendimiento.
¡Que el UNO sea contigo y en ti, hoy y en todos tus días!
Yedidyah