E tudo se fez novo

Y todo se hizo nuevo


Las lluvias, poco a poco, se pararon. Y de lo que allí estaba, mucho ya no era más. Pero, lo que allí quedaba, nuevo se hacía.

Y poco a poco, a medida que el sol tocaba, la vida se restableció. Los árboles empezaron a fortalecer y fijar aún más sus raíces. Sus ramas que ora estaban pesadas por el agua que en sus hojas caían, volvieron a elevarse a los cielos.

Y las aves comenzaron a salir a las bandas, a rehacer sus nidos, a buscar su comida, a encantar a los que las miraban y oían su cantar.

A los pocos, animales que se escondían en tocas y abrigos, volvieron a su hábitat, y en él, aunque encontraban un ambiente modificado, se adecuaron al escenario.

Pero el cielo ya no era el mismo.

Pues, lo que les cubría era una atmósfera modificada. El azul, por encima del lila se hacía. Y esos colores, definitivamente se encontraron.

Y el aire se volvió más ligero. Y la respiración se hizo más fácil.

Las células parecían renovar con mayor facilidad. Y la regeneración de ellas, idem.

La mente parecía brillar y los ojos parecían, por primera vez, abrirse.

En el corazón, la serenidad se hizo. Y la receptividad al nuevo quedó evidente.

Sí, una nueva raza, una nueva civilización, pasó a emerger del suelo hacia el Sol en busca de la perfección.

Perfección ahora llegada, lista para ser alcanzada por una generación privilegiada que ahora se ha hecho.

Todo lo que ya se ha hecho, todo lo que ya se ha dicho, todo lo que ya se ha escrito, con otros ojos se ve. Porque los ojos se hicieron prismas, dividiendo y unificando la luz blanca de los cielos que salía.

Y un camino de luz surgió al frente. Y el Espíritu los condujo a él. Y en él, luz se hicieron.



¡Que la LUZ sea contigo y aún más en ti, hoy y en todos tus días!

Yedidyah
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